18 de septiembre de 2008

ººCultura Gastronómica: Antonio Carêmeºº

"Un viento de noviembre, húmedo, frío, fustigaba las calles desiertas de la ciudad del Sena. Tiritando, un niño de nueve años se apretaba contra un hombre delgado, de estatura mediana, que a juzgar por la conversación debía ser su padre. Su rostro denunciaba su exceso de alcohol y sus ojos llameaban inquietos.
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El padre creía que el niño se parecía a él, y éste era el motivo por el cual lo consideraba predilecto entre sus 18 hijos. Los Carême siempre pasaban hambre. Las querellas familiares y las multas de la policía eran el pan de cada día..."
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Así es como inicia la historia de uno de los más grandes cocineros de Francia y de toda la historia. Antonio Carême fue abandonado por su padre a la edad de 9 años, pero muy pronto fue adoptado por un hostelero que se dedicaba a preparar comidas baratas. Durante 6 largos años vivió en casa de aquel buen hombre, hasta que a los 15 años de edad empezó su aprendizaje en la confitería Bailly, allí su talento innato pudo desarrollarse rápidamente de tal manera que solo 2 años después era de los más apreciados operarios.
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Carême era visitante asiduo de la Biblioteca gracias al celo profesional de esa época y cuando en algún palacio ilustre de la capital se celebraba alguna fiesta, él acudía como extra y exponía sus ejemplares pieces montees (montajes). Poco a poco comenzó a ganar enemigos, quienes reprochaban que su éxito se debía a que leía demasiado (aunque todos tenían acceso a la biblioteca... envidiosos).

Carême se hizo independiente y hasta el año de 1813 fue propietario de una confitería con numerosa clientela en la Rue de la Paix, donde perfeccionó su técnica y donde empezó a adquirir una notablísima biblioteca compuesa por libros de su profesión. Hacia el final de esa época, Carême comenzó su actividad como escritor de temas profesionales a pesar de que era un hombre que carecía prácticamente de toda instrucción.
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Trabajó en la cocina de las Tullerías, en el Hôtel de Ville, en el palacio de Talleyrand e incluso en el Elíseo. Allí conoció a un hombre que a excepción de monsieur Bailly estimó como a ningun otro. Se trataba del jefe de cocina Laquipièrre. Este acompañó a Murat durante la campaña Rusa y murió congelado.
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En 1816 llegó a ser jefe de cocina del entonces regente Jorge IV en Inglaterra, pero el clima nostálgico de este país lo hizo volver al cabo de 8 meses a París. También fue jefe de cocina del embajador de Inglaterra en Viena, Lord Stewart y después trabajó bajo el mismo puesto en el palacio imperial de Rusia para el zar Alejandro, pero dentro del palacio la desconfianza y la indiscreción de los miembros de la corte obligaron a Carême a volver a Francia en 1819. En la última etapa de su carrera trabajó en casa de los Rothschild en París durante 6 años.


En 1829 se retiró definitivamente . En su modesta casa dictaba a su hija su última obra "La cuisine française au XIX siécle" . Los últimos meses de su vida tuvo que guardar cama y subsistía de los exquisitos platillos que sus amigos y discípulos le llevaban. En enero de 1833, un antiguo amigo suyo le llevó un plato de albóndigas de lenguado(una especie de peces), que a su parecer no eran tan buenas. Cuando le explicaba la forma correcta de hacerlas murió.
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Antonio Carême es recordado como el mejor cocinero de Europa, además de inteligente y culto. En 1894 se le dedicó una calle en París.
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Para terminar este post, quisiera citar una frase de este cocinero, la cual nos demuestra que el mundo gastrómico no a cambiado mucho en 100 años:
"Para todo anfitrión es una vergüenza que en la mesa se pregunten detalles sobre un plato que aquél desconoce".

Kiss Kiss

3 comentarios:

Argel dijo...

Wow, que interesante post, lo lei sin detenerme, la verdad me gustó mucho.

Bachs Nachkomme dijo...

A huevo, veran es parte del mismo nombre "Antonio", es comun que seamos melómanos las personas llamadas asi jojojojo... me fascino!!! pero no te habia podido comantar! ando con la cabeza asi---> dubi*... pero te quiero muchoooo ya te dije de que hagas el sig post, todos son increibles, la otra vez leia el de los nacos ajajajajaj, no mames comot e extraño escuincla!, un beso (en el cachete) y un abrazo!..

Toño

Christian Domínguez Pérez dijo...

Trabajó para Talleyrand y conoció al cocinero de Murat. . . Me extraña que Napoleón no lo haya obligado a servirle.

¡Que post tan disfrutable! Disculpa por tardar tanto por haber comentado en el pero me gustó mucho.